de libros en las paredes, una mullida alfombra en el piso y un fuego acogedor en la chimenea. Delante del fuego hay dos cómodos sillones, uno para ti y otro para tu Padre. Tu asiento está desocupado, y tu Padre con una seña te pide que te acomodes allí. Ven, siéntate y pregunta lo que tengas en tu corazón. Ninguna pregunta es demasiado simple, ningún enigma demasiado fácil. Él tiene todo el tiempo disponible. Ven, busca la voluntad de Dios. Orar «hágase tu voluntad» es buscar el corazón de Dios.
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